Desde el lobby del Fairmont Mayakoba. |
Cuando llegas a un hotel, entras, das unos pasos y te encuentras con una vista que detiene el aliento... sabes desde ese momento que pasarás unos días llenos de alegrías, descanso y delicias; así fue el inicio de mi visita a Fairmont Mayakoba en la Riviera Maya.
Hotel en Mayakoba, Riviera Maya
Lo primero fue llegar a Mayakoba y allá al final de uno de sus caminos está la entrada a Fairmont Mayakoba, con su fuente redonda y la bienvenida con una sonrisa y una bebida fresca de frutos rojos; luego hay que caminar un poco hasta el mirador al final del lobby y dejarse sorprender por la vista llena de vegetación y canales, hogar de mucha aves que se encargaron de darme los buenos días cada mañana.
Una vez que tuve mi habitación había la opción de ir en carrito de golf hasta allá pero yo preferí ir caminando. Los curveados senderos de este hotel me guiaron hacia todas partes durante mi estancia, algunas veces por equivocación y otras por casualidad, pero siempre llegué a mi destino.
El primer día todo parece complicado y no resulta sencillo ubicarse porque es un hotel grande lleno de mucha naturaleza y vegetación que cubre por debajo de donde pisas hasta mucho más alto de la estatura de cualquiera persona; sin embargo, unas horas bastaron para reconocer caminos y lugares.
Dentro del hotel hay un servicio de carritos eléctricos (golf) que tienen ruta las 24 horas, con ellos los huéspedes pueden moverse por todos lados, tienen sus paradas muy bien señaladas pero si los ves pasar simplemente pides que pare y se pude subir donde sea. Otra forma de trasladarse son las bicicletas, que están por todos lados y no se requiere tener una en particular, donde encuentras una la puedes tomar, un buen sistema! Sin embargo, a los huéspedes consentidos (niños y niñas) sí se les asigna una bicicleta a su medida que usarán durante toda su estancia. Esta, la entregan con casco y candado a su llegada.
Fairmont Makacoba tiene más de 400 habitaciones y es un claro ejemplo de que un hotel de playa no necesita tener todas su ventanas y terrazas con dirección al mar para ser fabulosas; de hecho, menos de 40 de sus habitaciones tienen esta característica; las demás van desde la habitación estándar hasta las casitas con vista a los caminos o a los canales. Todas son adorables y los huéspedes disfrutan de su vista, porque es posible apreciar el atardecer, las aves y alguno que otra animalito por ahí.
Tres restaurantes, cinco albercas, playa, boutiques, un magnifico spa y un centro de convenciones, complementan este hotel que está hecho definitivamente para cumplir caprichos, como lo sé? Porque a todo dicen que sí. Una naranjada con miel de agave? Claro! Buñuelos pequeños en la habitación? También! Una alberca solo para adultos? La tienen! Almohadas extras… que vaya el carrito de golf por ti hasta donde tú lo pidas... En fin, solo basta pedir.