Cuando llegas hasta la fachada de la Basílica de Notre-Dame en Montreal, la verdad que no te quedas nada sorprendido pues es bonita pero no espectacular; créanme que no tiene nada qué ver con el interior, donde sí es para quedarse sorprendido.
Justo frente a la Place d’Armes en Montreal, en la provincia de Quebec, Canadá, está una de las iglesias más bonitas que he visto en mi vida, con sus interiores en donde predominan los tonos de azul, la luz de las velas y las fantásticas tallas de madera en muros, bancas y por doquier, los vitrales y un órgano espectacular que tiene más de 9 mil tubos.
La Basílica de Notre-Dame data de fines del siglo XVIII es de estilo neoclásico y neogótico. Su interior es una fiesta de detalles, pero entre los más dignos de admirar están las piezas hechas de madera de la autoría del artesano canadiense Victor Bourgeau, pero el púlpito fue esculpido por otro artista de nombre Philippe Hébert.
Por otra parte, los vitrales que son de una gran belleza, no son tan antiguos pues datan del año 1930 y curiosamente no refieren escenas religiosas sino del pasado de Montreal.
La entrada a la Basílica de Notre-Dame cuesta 5 dólares y tal vez sí es algo caro, pues la visita se hace en un ratito, pero créanme que la belleza que hay en el interior de esta iglesia no tiene comparación.
Tips: No olvides voltear hacia lo alto por la entrada, pues ahí está el órgano que fue construido por el famoso organista Casavant, checa también la altura de sus torres.