Mis recuerdos de Morelia, Michoacán, nada tienen qué ver con lo que encontré en mi reciente visita, y mucho menos aún con lo que cuentan por ahí. Me topé con una ciudad amigable, limpia, cuidada y en calma.
Luego de instalarnos en el encantador Hotel Boutique Villa Montaña, dimos un recorrido por la ciudad de la mano de Octavio Ramírez Cendejas, que en Twitter es @Mich_Turistico, y que se conoce perfecto las historias, leyendas y datos de esta espléndida capital del estado de Michoacán y sus alrededores.
Con Octavio fuimos a recorrer parte del centro y así pasamos primero por el Santuario de Guadalupe, que me sorprendió con su colorido interior; un estilo único y nunca antes visto. Luego, visitamos la Plaza Morelos y ahí nos contó de la importancia de Vasco de Quiroga, quien llegó a México desde España para mediar y terminó siendo muy querido por purépechas y demás habitantes de la región. Hoy, en todo Michoacán hay plazas, calles y monumentos en su honor.
Caminamos por la Calle Fray Antonio de San Miguel, una de las que aún mantiene parte de su estructura original, con casonas a los lados, una vía por donde caminaba la gente pudiente y otra para los indígenas. Luego vimos el acueducto, ícono de Morelia, la Fuente Tarasca con su controversial historia, pues en un tiempo no fue muy bien vista por mostrar el torso desnudo de tres mujeres que son la base de la fuente, pero hoy en día Atzimba, Eréndira y Tzetzangari son parte del atractivo de Morelia.
Llegamos luego hasta el Callejón del Romance, que aunque muy bonito, creo que sus versos no están tan románticos, pero es un lugar a donde acuden parejitas a pasear y está muy pintoresco el lugar.
De ahí, fuimos hasta el centro para visitar el Templo de Santa Rosa de Lima, que fue parte del centro conventual de las monjas de Santa Catarina de Sena, de la Regla de santo Domingo, que llegaron a Valladolid (antiguo nombre de Morelia) en 1595. Es una hermosa iglesia donde aún se pueden apreciar las ventanillas por donde las monjas podían tener el único contacto con familiares, pues una vez que entraban al claustro se les separaba completamente de todo contacto con el exterior.
Junto a la iglesia está el Conservatorio de las Rosas, de fama mundial y que además es sede de los Niños Cantores de Morelia, y justo en frente está el Jardín de las Rosas, un espacio acogedor para la convivencia de lugareños y visitantes. Puedes ver más fotos de Morelia en mi galería de Flickr.
Así continuamos hasta visitar parte del centro y su catedral, donde cada sábado se hace un pequeño pero impresionante espectáculo del encendido de su alumbrado, que vale la pena contemplar. Se realiza en punto de las 9 de la noche, pero te sugiero informarte y corroborar los horarios en los módulos de información turística.
Al día siguiente, continuamos el recorrido con Octavio en Tzintzuntzan por el ex convento franciscano que es una delicia y en Zirahuen, pero de eso les contaré más adelante, porque aún tengo mucho qué escribir del bello Michoacán.