Carta a Turismo Municipal de Guanajuato
Vivo en la ciudad de Guanajuato desde 1991, así que aunque no nací aquí me siento netamente guanajuatense. Aquí he trabajado por muchos años y gran parte de esta actividad ha sido de promoción turística del destino, algunas veces con apoyo de prestadores de servicios y otras tantas sin apoyo de nadie. En los últimos tiempos, mis múltiples viajes me han mantenido un poco alejada de mi Guanajuato que tanto quiero, pero hace unos días me decidí a recorrer su centro como cualquier turista; no cabe duda que es una ciudad hermosa!!!
Caminé por el centro, entré en algunos establecimientos y reconfirmé que Guanajuato sigue teniendo mala atención en algunas tiendas y restaurantes céntricos y “de tradición”; claro… sigue estando vigente eso de en “Guanajuato no venden, les compran!”. Pero también descubrí un lugar que promete y ojalá permanezca con calidad y servicio, es un espacio bonito con restaurantes, tiendas y un sala para recitales llamada Casa Cuatro.
Seguí por callejones… alcaldes van, alcaldes vienen, alcaldes repiten y los callejones no cambian, siguen malolientes y sucios (todos rezamos porque lleguen las lluvias y los limpien), el Mercado Hidalgo cada vez más sucio, descuidado y ya no es aquél lugar que en su segundo piso tenía bonitas artesanías, en fin.
Digamos que nada de esto fue nuevo para mí, pues es el panorama que conozco; pero el motivo que me impulsa a escribir esta carta llegó cuando me acerqué al famoso Callejón del Beso.
Tal vez ustedes, como yo, recuerdan la bella Leyenda del Callejón del Beso; esa que cuenta la historia de amor entre un pobre minero y una joven adinerada… pero no se espanten, no se las pienso contar ahorita. El caso es que Guanajuato basa principalmente su promoción en dos productos: Museo de las Momias y Callejón del Beso.
Por años las autoridades han dicho que es una ciudad de romance, por lo tanto me dejó totalmente en shock la nueva versión que se cuenta de dicha leyenda. Ahora emplean apenas unos cuantos minutos para mal contarla y la mayor parte de lo que le dicen al visitante son “los tipos de besos”, que no son más que una sarta de leperadas y groserías que hasta avergüenzan a algunas personas. Es una lástima que un lugar tan romántico no esté cuidado.
Hay algunas personas que se hacen llamar guías, así como vendedores que se han apropiado del lugar. Un hombre con sueter rojo que en la foto pueden ver exactamente en la puerta de la derecha, no se quita de ahí para nada, y está a la caza de las parejitas que se acercan a tomarse la foto para venderles unos cuadritos pintados. Se molestó cuando le pedí que se quitara un momento para tomar mi foto, cómo si el lugar fuera de su propiedad.
Pero si tenemos un Colegio de Historiadores que bien podrían apoyar en la capacitación de buenos guías para que la Leyenda del Callejón del Beso sea contada con dignidad y respeto. ¿Qué no hay dinero? Pues podría haber un salón cercano donde se estuviera pasando continuamente un video con la leyenda bien contada, además podría servir como galería para exponer obras referentes al lugar. Ideas hay, sólo hace falta que se pongan a trabajar.
Como guanajuatense me manifiesto indignada de la forma en que se está manejando el Callejón del Beso, del descuido en que está y de la “ceguera” de nuestras autoridades de Turismo en cuánto a este y otros atractivos.