Viajes para sanar el alma

Plaza de las Tres Centurias, Estación del Tren, Aguascalientes

Hay viajes para romancear, divertirse, aprender, disfrutar y muchos más, pero ¿qué de esos viajes que nos permiten sanar el interior, el alma, los recuerdos? ¿Qué destino o resort ofrece ese servicio? Porque seguro muchos querríamos ir. Yo realicé este fin de semana un viaje para sanar y no necesité ir muy lejos, fue un viaje para reconciliarme con mi pasado, cerrar un ciclo que dejé en compás de espera y la experiencia me hizo muy bien. 


Viajar para sanar


Crecí en Aguascalientes y todo estuvo bien hasta que la conservadora forma de vivir de la ciudad me agobió. Mis amigas estaban todas casadas poco después de los 20 años y no quería eso para mí. Yo esperaba ser autosuficiente, independiente, viajar… ser feliz a mi manera. Un día de 1991 arranqué mis raíces para cambiar de ciudad, empaqué un poco de ropa, algunos recuerdos y muchos sueños, tomé mi maleta y caminé sin voltear atrás, directo hacia una nueva vida que me diera lo que buscaba. Sabía que si giraba mi cabeza y alcanzaba a ver mi ventana, no tendría el valor de irme. En aquel entonces, me dejé claro que no huía, simplemente buscaba una forma de vivir a mi gusto; pero nunca me despedí y no cerré el ciclo de varios asuntos personales, porque seguía visitando la ciudad como alguien que deja y no deja un lugar. El tiempo pasó y un suceso triste me hizo dejar de ir por completo. 

Desde hace más de un año me di cuenta que tenía que regresar, cerrar los ciclos, tomar esos trocitos de raíz que dejé allá y traerlos conmigo a donde vivo ahora, donde tengo mi familia y mi vida. Lo confieso, el valor me falló, terminó 2012, los pretextos fueron muchos para no hacerlo, 2013 comenzó y me decidí a hacerlo por fin. 

Regresé a Aguascalientes, visité las calles de mi infancia y juventud, vi a mis antiguos amigos, me di cuenta que aún me recuerdan con cariño, reí, recordé, también lloré, cerré esos ciclos pendiente y finalmente… me despedí para siempre de esa tierra que ya no me pertenece. Ahora, podré regresar cuando quiera, pero como la viajera o turista que soy, porque mis raíces ahora están completas acá, en Guanajuato

Por cierto, los sueños los cumplí; los recuerdos siguen intactos; y la ropa la dejé de usar porque pasó de moda.