Llegué a Tepoztlán en busca de un Pueblo Mágico, pero no el del nombramiento que da y quita la Secretaría de Turismo, sino el de las historias que he escuchado toda mi vida en voz de mi madre, quien solía visitar ahí a una tía durante su infancia.
Me cuenta que hace unos 70 años tenía que viajar en tren y luego a caballo para llegar hasta Tepoztlán desde la Ciudad de México, y ahora ese trayecto me ha tomado menos de una hora por carretera.
Bellos paisajes del estado de Morelos me prepararon para lo que sería una visita llena de tranquilidad en una estancia de 3 días en Casa Azúcar, hotel boutique de reciente apertura con spa y restaurante.
Pocas habitaciones con personalidad, algunos muebles antiguos, amenidades de baño elaboradas artesanalmente con esencias y extractos botánicos, y atención personalizada, en un concepto de Emir Dupeyrón y de total respeto a la naturaleza.
Casa Azúcar está rodeada de plantas y árboles de café, colorines y otros más, con grandiosas vistas hacia el Tepozteco que invitan a la paz y la relajación, ideal para quienes desean “desconectarse” de la agitada vida de las grandes ciudades. Lo mejor ahí son los despertares, cuando la luz del sol entra por la ventana, se escucha el canto de las aves y el olor que predomina es el de hierba y tierra mojada; entonces, sólo basta tomarse un tiempo para contemplar el magnífico espectáculo en el que lo único que me faltó fue el aroma y sabor de un buen café morelense.
Así, comenzó mi visita a Tepoztlán, un pueblo que siempre ha sido mágico para mí.