Uno de los monumentos más reconocidos de Praga, República Checa, es el Puente de Carlos, que une a la Ciudad Vieja con la Ciudad Pequeña. Por supuesto que lo recorrí varias veces, algunas por necesidad y otras tantas sólo por placer, porque Praga hay que palparla, disfrutarla despacito y a pie.
Por cierto, valdría bien la pena iniciar con la mención de que las 30 esculturas que están a los lados del Puente de Carlos son replicas y que las originales se encuentran en el Lapidarium del Museo Nacional, aún así son bellas y hay que admirarlas.
La construcción de este puente que sirve para atravesar el río Moldava, inició en 1357, y quién creen que lo mandó a hacer? Pues el Rey Carlos IV, es por eso que lleva su nombre, aunque no siempre fue así, pues antes se llamaba Puente de Piedra y después paso a ser el Puente de Praga. Pero más antes de eso, estaba en ese mismo sitio un puente de madera que no resistió, un día cayó y después de eso se construyó el emblemático Puente de Carlos.
Es un puente al que yo digo que tiene varias vidas, pues de mañana es todo de los praguenses, de tarde es de los turistas, artistas callejeros y vendedores, y de noche es de los enamorados y los solitarios. A mí me gustó más visitarlo muy temprano y hasta podría imaginar los carruajes pasar por él, o quizá un montón de gente con atuendo medieval… en fin, creo que mi imaginación es mucha. De noche, es delicioso caminarlo y ver desde ahí la iluminación del Castillo de Praga.
Del lado de la Ciudad Vieja está una torre, que se dice que es una extraordinaria muestra de la arquitectura gótica, así que hay que verla. Mi recomendación sería visitarlo varias veces durante la estancia para poder apreciar todo su encanto.
Muy cerca del puente hay cafeterías, bares, restaurantes, tiendas… tanto de un lado como del otro, son zonas muy animadas que seguro disfrutarás enormemente.
Se dice que si se quiere regresar a Praga hay que tocar el perro que se encuentra en la escultura de San Juan Nepomuceno, yo lo hice; pero lo que realmente creo que funcionara para volver, es que la última noche de mi estancia en esa ciudad, di un paseo por el puente, agradecí por la oportunidad de estar ahí y en voz bajita pedí regresar… algún día caminaré nuevamente por la bella Praga.
Verano de 2016
Les cuento que la escultura de San Juan Nepomuceno me concedió el gusto de regresar y lo hice en este verano (2016), cuando me reencontré con la bella Praga y el Puente de Carlos, sólo que ahora fui acompañada por mi hija y juntas, nuevamente procedimos con el acostumbrado rito porque esperamos regresar. Les dejo aquí un video y nuestra galería de imágenes.
Verano de 2016
Les cuento que la escultura de San Juan Nepomuceno me concedió el gusto de regresar y lo hice en este verano (2016), cuando me reencontré con la bella Praga y el Puente de Carlos, sólo que ahora fui acompañada por mi hija y juntas, nuevamente procedimos con el acostumbrado rito porque esperamos regresar. Les dejo aquí un video y nuestra galería de imágenes.