Un viaje fabuloso sólo puede serlo si el lugar para hospedarse es el indicado. Así fue como Hotel Casa Cúpula se convirtió en parte importante de esta escapada LGBT a Puerto Vallarta (Jalisco, México). Aprendí, conocí y disfrute muchísimo, sin prejuicios, sin inhibiciones… realmente me sentí en plena libertad. Lo dudas? Has una búsqueda de hoteles y verás que éste que te cuento, está entre los mejores del destino.
Llegué por la mañana, desvelada y desvielada luego de pasar la noche completa en autobús, pero el calorcito de Puerto Vallarta anima a cualquiera. Fui hasta el hotel, que se encuentra en la zona romántica, y para entonces estaba a poquito de olvidar las 10 horas de trayecto con la vista desde la terraza de mi suite, la comodidad y buen gusto en la decoración. El toque que definitivamente provocó mi amnesia de traslado, fue el café y pan recién horneado que el chef Oscar Rito tuvo a bien enviarme a la habitación. Ahí comenzó el disfrute total y la diversión.
Luego dediqué un tiempo a recorrer el hotel, que está conformado por varias casas, lo que hace que cuente con una gran variedad de estilos en sus 21 habitaciones y por supuesto que también aplica para las áreas comunes y albercas. Desde el mexicano más tradicional, hasta algunas que tienen una decoración más minimalista. Lo que sí predomina es el buen gusto y la elegancia. Sin duda este hotel cuentan con el lugar ideal para que se hospeden aquellos que desean intimidad, pero también para los que quieren hacer nuevas amistades y divertirse. En mi galería de Flickr puedes ver más imágenes de este viaje.
La armonía entre los huéspedes también se hace sentir y creo que esto se debe a la buena vibra que hay en todo el lugar, con personal profesional y amistoso, siempre dispuestos a atender los gustos de sus visitantes.
Casa Cúpula tienen servicio de concierge, gym muy bien equipado, tres albercas (una cerca del restaurante, otra que es infinita y está en el último piso con excelente vista de Vallarta y una más tranquila y apartada del bullicio), jacuzzi, bar, wifi en todo lugar y un fantástico restaurante, Taste.
Mi suite tenía sala, dos baños completos (uno de ellos precioso y romanticón, con dos regaderas), cocineta, terraza grande, habitación con unos ventanales amplios y disfrutables, jacuzzi, camastros para descansar y sentir la brisa del mar en las tardes, además de disfrutar del atardecer que desde ahí, es precioso. En fin, una estanca por demás encantadora para enmarcar mi primer viaje de este año.