Decretar es mejor que planear los viajes. |
Antes de entrar en materia, es preciso contarles lo que me llevó a aprender que si deseo algo de verdad debo decretarlo y eso lo comprendí luego de mi acercamiento con el Feng Shui, que he de aceptar, no fue muy bueno en sus inicios, les cuento:
Cómo decreto mis viajes
Hace algunos años el Feng Shui aparecía por todas partes (libros, revistar, TV) y yo era totalmente escéptica, pero algo en mí me decía que había que probar. Un día llega a mis manos una revista con un artículo que daba “valiosos consejos” y yo decidí probar con el famoso tip de los peces. Así, al día siguiente gasté una lanota en la pecera con todos sus aditamentos, la cantidad exacta de peces y de los colores recomendados, por supuesto; la coloqué en mi oficina en el lugar que se aconsejaba (ubicación tomada con brújula) y ahí comenzó mi aventura con los peces.
Unos días todo marchó bien; luego, una mañana encontré un pez flotando, en otra ocasión simplemente faltaba uno ¿era acaso magia? No, después lo encontramos seco atrás del mueble. Siempre que había una baja corría en el momento a comprar un remplazo (como marcaba el artículo de la revista). Llegó el invierno y fue peor: una mañana llegué a mi oficina, la corriente eléctrica se había ido, el agua de la pecera estaba congelada y con ella todos los peces; pero el colmo fue cuando encontré caldo de pescado debido a que el calentador del agua se descompuso durante la noche. Entonces decidí quitar la tan desaventurada pecera y me dediqué a leer más sobre esa ciencia llamada Feng Shui, que entendía, debía ser más que poner objetos chinos y peces en la casa.
Entré con fe y con ganas al tema y luego de un tiempo le aprendí tres cosas importantes que explico con mis propias palabras y que hasta el día de hoy aplico:
• Si no cambias tu forma de actuar, no cambiará tu vida.
• Ser y dejar ser.
• Decretar lo que realmente deseas.
Así, comencé a decretar lo que realmente quiero, como son los viajes; al comienzo varios de mis amigos se reían y ahora ya me escuchan y están seguros de que iré o haré lo que digo. Como fue a principios de 2009 cuando decidimos llevar a mi hija en su primer viaje a Europa y entonces, si alguien me preguntaba por quién votaría yo siempre contestaba: "No voy a votar, porque ese día estaré en París"; las carcajadas no se hacían esperar y yo seguía firme en mi decisión. Y así fue, la mañana del día de las votaciones en México yo caminaba frente a la Torre Eiffel; y así podría ponerles otros ejemplos.
Playas, ciudades, hoteles, monumentos que deseo visitar lo decreto y a corto o largo plazo ahí estoy de seguro. Pero cómo hago para decretarlo:
• Identifico algo que de verdad deseo (que no sea de “tengo ganas de ir”, que sea de “¡¡¡yo quiero estar ahí!!!!”)
• Le pongo fecha, basada por supuesto en la realidad, que sea cuando puedo tomar los días para hacer el viaje.
• Comienzo a ahorrar con convicción (dejo de gastar en tonterías y sí, me privo de algunas cosas)
• Digo firmemente lo que haré y veré allá, me lo repito a mi misma y no tengo temor de compartirlo.
• Y sobre todo, creo en mí, en que lograré lo que quiero y no dudo de mi capacidad para hacerlo realidad.
Tropiezos en el camino? Claro que hay pero esos no me detienen. Los planes pueden cambiar un poco, y sólo es cuestión de readaptar fechas o los servicios a los que uno tiene alcance, pero de que se logra… ¡se logra!